En el mundo del arte hay seres humanos y divinos. Creadores, éstos, revestidos de un halo de espiritualidad que los distingue. Basta con mirar su manera de mirar, basta con asistir a la caricia de sus yemas a la pluma o el pincel, disfrutar la fluidez con que las formas, figuras, grafías, manchas… lo que sea que decidan significar, va apareciendo sobre la tela, con la naturalidad con que crecen las flores de un jardín, con la generosidad de la brisa en una noche estival.
Jacobo Pérez-Enciso es uno de esos seres tocados por la gracia. Artistas que conviven a nuestro lado de forma desapercibida, que los puedes encontrar en la calle o en el súper sin reparar en su altura existencial, tan sencillos que no se notan, pues sólo manifiestan su “grandeur”, su magia y su poder, en la desnudez de una exposición, en ese escaparate de luz y de color donde sus obras bailan al son de una callada sinfonía, espacios donde ellos ejercen su pujanza con la autoridad de un director de orquesta, con la belleza embriagadora de un pavo real.
Su cuarta exposición en esta sala, LETTRES, dedicada a su hija recién casada residente en París, emociona desde la esencialidad, nos conduce por el relato de la belleza con trazos escuetos, sencillos y lúcidos, letras o grafías que no corresponden a alfabeto alguno, que no pueden traducirse ni pretenden decir más nada que lo que en el espacio representan, siluetas, tallos danzantes en un vergel de emociones silenciosas, ideas intuidas, expresiones que nos trasladan a la génesis de la comunicación escrita.
Jacobo Pérez-Enciso, pintor, grafista e ilustrador madrileño, maestro de la síntesis, de la fluidez y de lo mínimo, está convencido de que la pintura y el dibujo reflejan, separadamente del motivo, el carácter de su autor. En su caso, una expresividad inefable.
Artista puro, capaz de revertir la dicotomía figuración/abstracción en orden a establecer las bases de su propio lenguaje, por sus venas corre la magnificencia del poder, una luz que ilumina su mano, la cual se deja ir rápida y sabiamente, sin cuestionamiento. Sus obras, sea cual sea el soporte, parten del deseo de no significar, de ser sencillamente arte.
“He descubierto que el arte ayuda a entender el mundo, te pone en contacto con lo innombrable, con una parte de la realidad y de nosotros mismos a la que es difícil llegar. De alguna manera se trata de significar la naturaleza esencial de las cosas. Es lo único que nos hace humanos. Todo lo demás es supervivencia”.
De padre arquitecto, estudia tres años en la escuela de Arquitectura y uno en Ciencias de la Imagen, creando acto seguido un estudio de diseño e ilustración con el que edita “Dezine”, revista con una concepción distinta al panorama cinematográfico de la época.
En 1980, se centra en el diseño gráfico y años más tarde comienza a ilustrar para revistas como Vogue, El Europeo, Madrid Me Mata,Sur-Express, Cambio 16 y El País Semanal, y también hace trabajos para Canal+, Hermès, ONCE, Centro Dramático Nacional, Universidad Carlos III, Ayuntamiento yComunidad de Madrid, junto a proyectos de diseño industrial, como las alfombras del hotel Four Seasons.
Jacobo Pérez-Enciso es un artista huérfano del reconocimiento institucional que sin duda merece.